Una de las prácticas habituales, de los malos Administradores es que se encarguen de la “gestión integral” de todas las necesidades de la Comunidad.
Es decir, el Administrador además de administrar la comunidad, es quien provee los servicios de limpieza, reparaciones, seguros, mantenimiento de ascensores, etc.
Muchos de estos Administradores cobran unos honorarios por la Administración de fincas en sí, muy por debajo del precio de mercado, ya que su mayor beneficio esta precisamente en las comisiones que reciben de los servicios añadidos que ofrecen.