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La educación y el respeto, actualmente, parecen que también están en crisis y afectan al ámbito de las comunidades de vecinos. Algunas acciones que se pueden calificar como poco solidarias, como tender la ropa sin escurrir, sacudir las alfombras por el día o subir el volumen en las discusiones, la música y la televisión muy altas, son aspectos frecuentes que en nada favorecen una buena convivencia.
Por lo tanto, el primer consejo debería ser el respetar el descanso y la vida de los demás, evitando las molestias en horas intempestivas. Una comida al final del año es algo normal, pero si los horarios se alargan demasiado, es aconsejable dar por finalizado el evento, antes de provocar un problema de convivencia.
No ocupar las zonas comunes con objetos que no queremos mantener dentro de casa o en el trastero. Ni que decir tiene, que un recipiente para la basura, nunca se debe colocar en el descansillo molestando a otros convecinos. Igual suele ocurrir en las plazas de garaje que se utilizan por algunas personas, como auténticos trasteros. Hacemos referencia una vez más a las normas de educación.
La actitud en las Juntas Generales, es otro aspecto a considerar. No todos opinamos de la misma manera, ni a todos nos mueven los mismos intereses, hay que tener en cuenta que las necesidades de cada vecino pueden ser muy distintas. Los problemas económicos que los individuos pueden tener en el hogar, condicionan todas las decisiones y los asuntos comunitarios quizás ocupen un lugar secundario. Debemos tender a exponer los asuntos con educación y orden, de forma que sean comprensibles para todos, incluido el vecino que esta en paro, al que le cuesta mucho esfuerzo satisfacer la cuota mensual de la hipoteca, o la persona que esta soportando un proceso de separación o divorcio. Mantener una postura dialogante es siempre la garantía de proteger una convivencia satisfactoria.
Dar a conocer los proyectos de obra que cada vecino tenga previsto iniciar, siempre las reformas en un edificio ocasiona molestias al resto de ocupantes, intentar molestar lo menos posible debe ser prioritario en una comunidad. Igual ocurre con los horarios de inicio y terminación de los trabajos molestos.
Debemos controlar a los niños pequeños para que no molesten a ciertas horas, con sus juegos o con sus llantos. Las personas que disfrutan con un animal de compañía, deben cuidar que no molesten al resto de ocupantes del inmueble.
En resumen, la convivencia nos obliga a todos a respetar una serie de normas que garanticen las relaciones humanas, la educación y el respeto a los demás, deberían estar contemplados en los estatutos de cada comunidad.
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